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Entrevistas: MARÍA ANTONIA ORTEGA
La poesía tiene sus propias leyes. Y aunque sea pobre e invisible sigue siendo muy respetada.
MARÍA ANTONIA ORTEGA

— La escuché decir que es necesario nacer de la conciencia para poder escribir poesía. ¿Esto significa que la filosofía es el tema central de sus versos??
— La conciencia es el estado de intensidad. La conciencia y la libertad que nace del amor (porque libra al ser humano de la esclavitud del odio) y de la sabiduría, que es lo contrario del espíritu mundano y de la necedad, son dos cualidades que distinguen al hombre de otros individuos de la naturaleza.
Está la conciencia de su fin como principio del misterio, también la conciencia de la belleza que es la conciencia de la conciencia como aludido estado de intensidad, y la conciencia de los propios actos.
Hay quienes escogen la soledad para vivir en estado absoluto de conciencia, como expresa la poeta colombiana Myriam Jimenez Quengüan.
Si he manifestado que es necesario nacer de la conciencia para poder escribir poesía no es para acercarme a la filosofía sino a la esencia del ser humano.
Tengo dicho en uno de los libros de poesía de que soy autora, EL PINCEL FINO, que la poesía es el único conocimiento que no llena mi corazón de soberbia porque está escrita con el oído del músico.
A la conciencia de la que estoy hablando, y que es el nacimiento auténtico del ser humano, no se llega solamente a través del “intelectualismo” (que incluso en ocasiones aleja de ella y que invita a cometer a veces verdaderas “burradas“), sino sobre todo a través del ejercicio y desarrollo de la sensibilidad, y del valor de la experiencia, entendida ésta al modo en que lo hace la sabiduría oriental, según la cual no basta con leer y conocer una partitura musical, sino que resulta imprescindible su interpretación para conocer y disfrutar de la música que hay en ella.
Del “intelectualismo” se ha abusado mucho, ha ayudado a cometer muchos excesos; y a través de él se ha llegado en los últimos siglos a lo monstruoso, y a veces a la comisión de actos criminales, como los llevados a cabo durante las guerras de mediados del siglo pasado, utilizando para ello grandes avances de la técnica y haciendo uso de experimentos científicos; y bajo la influencia de ideas incluso de carácter filosófico. En la época actual se llega al mismo resultado cuando por ejemplo se legitima el aborto de fetos con anomalías psicológicas, olvidándo que los deficientes pueden también desarrollar su conciencia de otro modo distinto, y que son capaces de alcanzar su “estado de intensidad”.
Conciencia no es lo mismo que capacidad y desarrollo intelectual..


— Es muy interesante el modo que tiene de ver el placer, no como la satisfacción del deseo sino lo que dura su aplazamiento. ¿La prisa y el consumismo que hoy domina nos aniquila gran parte del concepto de ser humano?
— El deseo no es igual que su satisfacción puntual, que además se asocia a la idea de la muerte en el acto sexual. Vease Bataille. Por eso la castidad, la auténtica castidad, debe ser entendida no como la destrucción del deseo, sino como la pervivencia de éste y su conservación de manera permanente. Por eso quería vivir en estado de castidad el matrimonio Gandhi, y en otras culturas se invita a los jóvenes a conocer la promiscuidad primero, para poder alcanzar después el estado de castidad, que es el del deseo en estado permanente, el deseo por el deseo, que genera una energía total susceptible de ser proyectada sobre diversas empresas y sobre el mundo.
Desde luego el consumismo, las prisas, la compulsión, pueden arruinar el sexo y el deseo. El mismo Bataille, al que admiro mucho, sostiene que las prohibiciones que afectan al acto sexual deben mantenerse en estado temporal, hasta que la vida sexual sea capaz de ser desarrollada fuera de la compulsión, con una creatividad de la que sólo puede dotarla la evolución del ser humano.


— Borges se auto-editó "Fervor de Buenos Aires"; Ernesto Sábato lo hizo con "El túnel", Lewis Carroll corrió con los gastos de "Alicia en el país de las maravillas". Esto es sólo un ejemplo de la enorme cantidad de autores que han optado por la auto-edición; pero ¿Por qué sigue estando mal vista entre los poetas?
— La edición de autor es sin duda alguna un acto creativo, y hasta influido por el verdadero espíritu de las vanguardias, según el cual ha de hacerse arte sobre el arte, y la conciencia del proceso de la creación adquiere una gran relevancia. Es como enmarcar los propios poemas, y consumar esa inclinación que el poeta siente, como el músico, el pintor, el escultor, hacia la materia, queriendo también labrarla con sus propias manos.
Yo hasta ahora no me he atrevido a autoeditar mis poemas, porque he querido someterme al otro proceso de selección y ninguna edición de mis poemas es mía hasta el momento, pero cuando lo merezca desearía hacer una edición de autor. Mi abuelo paterno, Manuel Ortega y Gasset, dedicó el último empeño de su vida a autoeditar un libro titulado NIÑEZ Y MOCEDAD DE ORTEGA que ha sido fundamental para conocer el ambiente familiar dentro del que estaba su hermano, el filósofo. La edición , de mediados de los "sesenta", es muy bonita; y todavía se siguen distribuyendo sus ejemplares que son conservados por algunos como un objeto precioso que ha llegado hasta ellos por caminos misteriosos.
Pero como en la época actual hay un dominio férreo de las leyes de mercado y de la literatura comercial, es por lo que existe ese desprecio, ese "escándalo mundano" hacia la edición de autor. Pero esa situación pronto habrá de ser sustituida por otra, como ya profetizó Graves en su novela "SIETE DÍAS EN NUEVA CRETA", ya que "el dinero se ha portado muy mal".


— ¿Cómo combina su faceta de abogada y de poeta? ¿Influye una sobre la otra?
El trabajo de abogada , tal como lo ejerzo ya que tengo mi propio despacho, es para mí una bendición, que me permite no vivir de la poesía sino para la poesía; y además es perfectamente compatible con ella. Incluso, como sostiene el filósofo Quintín Racionero, la palabra, después de que llegara a los poetas que la empleaban para la conservación de la memoria de los Dioses, vino a los hombres de leyes, en su calidad de argumentadores. La ley es un vehículo de tradición de la filosofía moral, y con motivo de su aplicación se da lugar a un interesantísimo debate sobre aspectos fundamentales de la naturaleza humana, con cuyos resultados se crean nuevas leyes. Sin embargo la Justicia carece en el momento actual de los medios suficientes para cumplir todos sus objetivos, por ejemplo en lo referente a la Justicia Gratuita que constituye una previsión de nuestra Constitución, y que aún desarrollada por una Ley General, carece de la dotación presupuestaria que exige. Todo esto da lugar a muchos problemas que afectan a numerosos litigantes y profesionales.


— En sus poesía aborda repetidamente el tema de la marginalidad ¿Qué le atrae de ese reducto?
— Siempre será para mí centro de atención el asunto de la marginalidad, aunque el concepto de marginalidad se va transformando, y algunos grupos que antes eran marginales, como los gays, de repente dejan de serlo, y otros se convierten en ellos, como los católicos ortodoxos. Hay algunos marginales que lo son por carta de naturaleza, como los indigentes o algunos inmigrantes, y otros por propia elección, como los que practican el exilio interior. Yo siento atracción hacia muchos de ellos, porque viven fuera del mundo, y nuestro mundo está dominado por los grupos de interés. A la fuerza, o por propia elección, conservan su independencia. En cuanto a sus necesidades, procuro contribuir a satisfacerlas a través de mi trabajo como abogada de oficio.
Me gustan barrios como el de Lavapiés, porque tiene olor, como el aroma de la comida árabe. Me gusta pasear por él a la hora en que están comenzando a prepararse las cenas. ¡Si incluso me recuerda al que desprendía aquella gran cocina de la casa de mis abuelos maternos!


— ¿Qué le ofrece la poesía que no le da la narrativa?
— La poesía, como hija de la conciencia, es un estado resuntivo e intenso en el que se puede expresar todo, y dar forma a todo, sin necesidad de referirse a si "se levantó", o "anduvo" o "regresó" nadie, es decir a cuestiones anecdóticas. No es preciso describir la acción, y su camino es el de la depuración total, es decir el de la intensidad absoluta y también la amenidad absoluta.
Ello no obstante, aunque escriba poesía, soy lectora de mucha novela. Ahora estoy concluyendo la segunda serie de LOS EPISODIOS NACIONALES de Pérez Galdós, que he leído religiosamente. Me parece importante aprender a leer la tradición como si fuese una obra contemporánea, porque lo es, y no debe permitirse que sea desplazada por los efímeros best sellers de nuestra propia atención. También me hallo iniciando la lectura de Coetzee que me satisface mucho.
Escojo la poesía porque no se escribe sino que se inscribe. Me enorgullece que las ediciones de poesía, a pesar de todas las tentaciones, no se hayan convertido en comercial. Por otra parte, por mucho que actuales narradores de éxito inevitablemente quieran ser consagrados como poetas, publicando sus poemas en edición comercial de gran tirada, no lo consiguen. Porque la poesía tiene sus propias leyes. Y aunque sea pobre e invisible sigue siendo muy respetada.


— ¿Aún sigue teniendo significado el amor? ¿la idea romántica viaja junto a nosotros o cree que es un bulto que hemos abandonado hace tiempo?
— Solamente el amor nos hace libres, porque la peor esclavitud es el odio, y hay mucho odio en el mundo.


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