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Entrevistas: MANUEL DEL PINO
La novela negra refleja épocas negras, y ahora estamos inmersos en una. A veces pienso que la novela negra originaria española es la novela picaresca.
MANUEL DEL PINO


— ¿Cómo nació "Olivas negras"?
— Mi novela "Olivas negras" surgió de un modo curioso e interesante: como un reto con mi amigo Félix Ángel Moreno para escribir cada cual una novela puramente policiaca, y ver lo que nos deparaba el destino. Y en efecto, Félix también ha publicado la suya, "Un revólver en la maleta".

— ¿Qué le impulsa a escribir y enfrentarse al folio en blanco?
— Por suerte no tengo aún el problema del folio en blanco (aunque cruzo los dedos). Para bien y para mal, poseo bastante mundo interior, y sólo tengo que sentarme ante el ordenador o ante el papel para plasmarlo poco a poco. También es cierto que una novela de 200 ó 300 páginas es un pozo sin fondo, y a veces a uno le cuesta seguir hilvanando ideas.

— ¿Qué hay en su novela de novela negra y qué hay de policial?
— Creo que la novela policíaca es más un juego literario, de misterio a estilo de Agatha Christie o Arthur Conan Doyle, para descubrir quién fue el asesino, cómo lo hizo, etc. La novela negra sería otra cosa más profunda, que trata lacras sociales, tragedias familiares y dramas de la época, a lo Dashiell Hammett por ejemplo. En ese sentido, "Olivas negras" es una novela negra, pues trata crímenes con un fondo trágico social y familiar, y si queremos es además una novela policial porque los protagonistas investigadores son policías, como suele tratarse en este género.

— A pesar de ser andaluz, eligió Madrid como escenario donde situar su historia. ¿A qué se debe?
— La gran ciudad me parece el escenario ideal para situar historias truculentas y de cierta envergadura, más difíciles de explicar en provincias tranquilas, que además pueden tener más difusión ambientadas en la capital. Además Madrid siempre representó para mí la literatura, la libertad, las posibilidades de creación; por ejemplo la mayoría de los miembros de la Generación del 98 y la del 27, entre otros muchos autores del pasado, no eran de Madrid, pero acudían todos a Madrid. Dicen que ahora con las nuevas tecnologías la situación ha cambiado, pero yo creo que la vida en el fondo no cambia tanto..

— ¿Cree que sus personajes el inspector Leiva y su ayudante Carla Ruiz son el prototipo de policías españoles?
— Intenté hacer durante años dos personajes verídicos, incluso vivos, pero sabiendo que sólo son personajes literarios. No pretendí que fueran fieles prototipos de policías reales, porque Leiva es bastante sarcástico y arrastra un pasado trágico, y Carla Ruiz resulta un poco díscola e histérica, además de muy atractiva físicamente. La mayoría de los profesionales en cualquier labor serán más prudentes y aburridos. Lo que pretendí fue que Leiva y Carla formaran un dúo explosivo y atractivo para el lector. Y además ese tipo de personas existe, puedo asegurarlo.

— Su novela "Olivas negras" se desarrolla a un ritmo trepidante, en una sola noche (la de Nochevieja) se cometen los crímenes y se resuelven. Aun así usted encuentra tiempo para hablarnos de sus vidas personales. ¿Hasta qué punto el personaje es más importante que la acción?
— En una novela lo fundamental debe ser la historia, si queremos la acción, para que funcione. Ahora bien, me decanto por novelas de personajes más que de argumento, que prefiero sencillo, aunque con sus giros y detalles hasta el final. Son los personajes los que deben llevar adelante la historia, tanto la pareja protagonista como los villanos antagonistas que cometen los crímenes.

-¿Qué diferencias encuentra entre las novelas negras escritas en España con las del extranjero?
— Todos hemos aprendido de los grandes maestros ingleses, americanos, franceses y ahora escandinavos también, pero son más de un patrón de thriller cinematográfico y detectives clásicos, que no encajan exactamente en el sistema policial español y que por eso en el fondo nos resultan un tanto distantes y fríos. Por eso los grandes del género en España buscaron singularizarse para encontrar su voz, y es necesario hacerlo con tanta competencia. Por ejemplo Manuel Vázquez Montalbán no imitó a Dashiell Hammett o a Raymond Chandler, ingenió un Carvalho gallego que vivía en la Barcelona gótica y tenía gustos culinarios mediterráneos. Y por citar solo otro caso, Francisco García Pavón ideó nada menos que el jefe de la policía municipal de Tomelloso, casado y con una hija, manchego total, y con un alias tan romano visigodo como "Plinio". Hay que singularizarse, es la cuestión, para llegar a los lectores españoles.

— ¿Qué escritores del género le han influenciado más?
— De los europeos, Simenon por la prodigiosa soltura de sus novelas y Arthur Conan Doyle, seguramente inventor del mejor detective del mundo, Serlock Holmes. Entre los americanos, Dashiell Hammett por su magistral estilo conciso y James Ellroy, que supo convertir el trauma por la tragedia del asesinato de su madre en un éxito mundial. Sobre los españoles, Lorenzo Silva creo que dio en la diana con su pareja mixta de guardias civiles para investigar casos nacionales y cotidianos de la actualidad; Juan Madrid es un maestro del estilo conciso en español y de ese ambiente hiperrealista de bares y calles madrileñas; y Domingo Villar entre lo más reciente, sus dos novelas "Ojos de agua" y "La playa de los ahogados" me parecen auténticos manuales de cómo escribir buena novela policíaca española en la actualidad.

— ¿A qué atribuye el actual éxito de la novela negra?
— La novela policiaca siempre fue popular, desde Edgar Alan Poe y Arthur Conan Doyle en el siglo XIX, por sus dosis de misterio y crimen. Ahora bien, la novela negra surgió en Estados Unidos a raíz de la Depresión de 1929, y eso me induce a creer que la novela negra se desarrolla en las épocas de gran incertidumbre, como el cambio al siglo XXI y la gran crisis actual que le ha seguido. La novela negra refleja épocas negras, y ahora estamos inmersos en una. A veces pienso que la novela negra originaria española es la novela picaresca.

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