ÁNGEL Álvaro Martín del Burgo

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Ángel Álvaro Martín del Burgo

ÁNGEL Álvaro Martín del Burgo

(Bilbao, 1996) se dedica a la filosofía y al Arte: música y literatura.

Como pianista, actualmente estudia en el CSKG en calidad de alumno becado en el Concurso al talento de la FKG (1er Premio). Es alumno de la concertista internacional M. Gurkova, además de trabajar con los maestros J. Soriano, A. Yaroshinsky, C. Viana y N. Rodiles. Ha actuado en más de una treintena de salas (Auditorio Nacional, Teatros del Canal, Auditorio Ciudad de León, etc.), y ha tocado como solista con orquestas como la O. Sinfónica Amaniel y la Joven Orquesta Leonesa (JOL)-Joven Orquesta Provincial de Málaga (JOPMA). Ha sido galardonado como Pianista solista clásico premiado por la Fundación Miguel Ángel Colmenero, y ha recibido premios en el Concurso Nacional de Jóvenes Pianistas Ciudad de Albacete (Juventudes Musicales), Concurso Ciutat de Carlet o el Premio de Honor de fin de Grado Amaniel.

Estudiante de Filosofía en la UCM, ha publicado en la revista Paideía y en la editorial Incipit Philosophia. Escribe también poesía, relato y ensayo, habiendo obtenido el primer premio en la Olimpiada Filosófica de la C. de Madrid y en el Certamen Literario Beatriz Galindo.

Concibe la literatura y la música como espacios de inmersión, de apertura. En la poesía busca destilar significado a través de un recorrido estético de alusión: una búsqueda de autenticidad que incite al sentimiento.

En Cuadernos del Laberinto ha editado los poemarios Los amores de madera (2019), Según contaba el molinero o El oficio del viento (2018) "Y en el aire, los adioses", (2017); y anteriormente participó en la antología Me gusta la Navidad. Antología de poesía navideña contemporánea.


XXI. Impresión
(à la manière de Monet)

Ha pasado ya el día,
y las horas han muerto.
La luz tapiza el colorido del alma,
y se exilia, impávida,
tras las montañas inmarcesibles.

Las aguas, que se encienden
con los rojos del cielo,
comienzan la tragedia
ya anunciada. Y el lento
Sol desciende teñido
de sangre derramada.
Expectante, se agita el espíritu.
La imagen enmarca un dolor eterno.
Pero el dolor tan sólo es un símbolo:
El poniente lejano
es un vidrio al más allá.

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